6 Estudios de forma y color
Duración: 45 minutos
Año: 2016
Encuentro con el público después e la función.
Máximo para 60 personas de público.
Los estudios de forma y color son una serie de piezas que se van construyendo y desplegando ante nuestros ojos en la galería de arte durante la acción.
El sujeto de trabajo es la observación y la creación de sentido a partir de solo cuerpos de formas y “colores” diferentes, producir sentido a partir de nada, un sentido que aparece y desaparece ante nuestros ojos, producto solo de la interacción del color y la forma de los cuerpos en el tiempo y en el espacio, de la interacción entre los que miran y los que hacen; roles que se van alternando, dibujando y desdibujando en la performance.
En una suerte de escultura del tiempo y del espacio, de escritura en el aire, los “actores-bailarines”, se desplazan, a veces solos, a veces con objetos muy simples como papeles y costales, que se van también creando o modificando en el transcurso de la acción.
El ritmo de la acción propone una ruptura de la temporalidad impuesta comúnmente, para reinventar en cada acción una distinta percepción del tiempo; al mismo tiempo que las fronteras entre el espectador y los actores se va desdibujando y redibujando constantemente.
Ficha Artística
Concepto, coreografía y dirección: Karin Elmore
Creación en colaboración con : Claire Camus, Karin Elmore, Lucía Rúa Bustamante y Jennifer Parra.
Abril: MATE (museo Mario Testino)
Setiembre: circuito del Británico
Octubre: Indisciplinados II
Nota
Lo que provocan los “6 Estudios de forma y color” en un espectador
Danza es vida
PATRICIA CIRIANI ESPEJO·LUNES, 10 DE OCTUBRE DE 2016
Empieza irónica con aquella depuración inicial anestesiante que expurga el oído y la mirada de sus satisfacciones primarias. Poco para ver, nada que entender. Cuatro mujeres emplazando papeles y plásticos blancos al suelo, con un trazado alternando entre lo rectilíneo y lo aleatorio, el orden y el caos. ¿Metáfora de una Lima que resiste al ordenamiento urbano? –pensé agotada por la aparente negación de densidad corporal–. Pero sí advino el cuerpo, sí se hizo el ritmo sincopado, sí llegaron las figuras tan bellas que gustan de la coreografía liberada por la posmodernidad, sí nos habló el cuerpo con todas sus instancias, deportiva, arabesca, dinámica, mecánica, secuenciada, cotidiana.
Merce Cunningham atravesó el escenario el instante eterno de unos pasos de Karin Elmore que lo tiene interiorizado desde treinta años que estudió con él en Nueva York. Más que un baile, Karin nos regaló una suspensión agraciada, liviana y densa, en el tiempo monótono y monocromático de este gris galpón del Museo de Arte Contemporáneo de Barranco. De tanto blanco gris claro u oscuro emergieron los colores de la piel y las prendas de las cuatro actrices/bailarinas, sus caras asumiendo con mezcla de sentido del humor y de esfuerzo interior, la compleja sincronización de las pautas exactas de un guión coreográfico lleno de sorpresas: siete movimientos, dos o tres o más clímax (¿quién cuenta sus orgasmos?) y una ‘fausse sortie’ (falsa salida como pasaje de oscuridad procurando aplausos cuando no todavía faltaban dos momentos). Se descubre progresivamente el homenaje a Michelangelo Pistoletto (y Maurizio Cattelan que no me vino) con sus montañas de ropa de color contrastando con las esculturas blancas de formas geométricas desadaptadas al cuerpo humano. Hasta sus espejos se podían imaginar en el reflejo de los vidrios. Aquí como en las esculturas inconfortables del italiano, el espectador queda incluido en la obra, es motivo de la obra, participa de la obra con su presencia y en cierto momento con su acción.
Una obra luminosa, jovial, desenfadada aunque culta, abierta, generosa y libre. Empezada cuando entré, se terminó ayudando a empaquetar el material desplazado, hasta próxima solicitación del imaginario, hasta el próximo acierto interdisciplinario, sin disciplina, de la indomable Karin.
Hace falta más Karin Elmore, más Alonso Núñez, más Raúl Jardín, más Indisciplinados, Encuentros Internacionales de Danza y... en las artes escénicas de Lima. Más experimentaciones, menos dramatismo. La sobreactuación narrativa está dominando tanto el teatro académico-burgués de los teatros más concurridos como la performance política de los galpones artísticos. ¡Aire! ¡Vida! ¡Risa!